Tu Vida En El Plato

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¿NUTRICIÓN O NUTRI-RELIGIÓN?

Cuando tu nutrición viene definida por

“Nutri-Gurús”

Estamos inmersos en una sociedad en la que las redes sociales determinan a golpe de 👍 lo que es trendy, lo que funciona, o lo que ha de llevarse esta temporada.

Si bien esto puede ser más o menos inocuo a la hora de comprarte un vestido, decidir el corte de pelo del verano o decorar tu salón, puede acabar siendo perjudicial (y mucho) cuando se trata de decisiones que afectan de pleno a tu salud y a tu bienestar.

“Paleo, veganos, crudiveganos, carnívoros, crudi-carnívoros (sí, existen), vegetarianos, frutarianos, flexitarianos, macrobióticos, adeptos de los detox y los ayunos más o menos intermitentes, keto-lovers, seguidores crónicos de estricto-dietas, peganos (atención, que ésta viene pegando fuerte) …”

Que nadie se sienta excluido de la lista anterior; podría continuar de manera casi interminable.

Creo que tod@s estaréis ya familiarizados con estas tendencias nutritivas, las habréis visto en redes sociales, y probablemente hayáis intentado una (o varias) de las mismas.

¿Por qué tantas dietas y con tantos fervientes adeptos?

No pretendo con esto echar por tierra ninguna tendencia nutricional. Ni mucho menos.

Todas llevan en su mensaje una parte de verdad, al menos a corto plazo.

El tema no es tanto porqué se empieza una determinada dieta (eso daría para otra conversación), sino porqué se continúa en ella cuando hay signos evidentes de que no sirve a nuestro propósito de salud”

Dietas “Terapéuticas” y Dietas “Experimentales” vs. Dietas “de por vida”

Cualquier estilo de alimentación arriba mencionados puede considerarse un “experimento”.

¿Qué quiero decir con esto?

Pues que por supuesto podemos embarcarnos en cualquiera de ellos para ver si nos funciona en un determinado momento de nuestras vidas.

Ésta es la parte experimental.

También pueden tener cierta componente terapéutica (algunas, al menos).

Es decir, de igual modo que puedes seguir un tratamiento farmacológico o fitoterapéutico durante un tiempo para mejorar ciertos síntomas, también pueden emplearse estas estrategias nutricionales con la misma finalidad de salud. Recomiendo aquí el acompañamiento de un buen profesional, no del influencer de turno que sube selfis cada 24 horas mostrando su cuerpo antes y después del milagro.

Sin embargo, esto no convierte a ninguna de las dos categorías anteriores en dietas permanentes o de mantenimiento.

En otras palabras:

  • El estilo nutricional que elegiste hace un tiempo y que te dio resultados durante un periodo más o menos largo de tu vida, puede que ya no esté sirviendo a tus necesidades actuales

  • La dieta que aparentemente está siendo a-b-s-o-l-u-t-a-m-e-n-t-e exitosa en tu hermana o tu mejor amiga, puede causar estragos en tus hormonas

  • Esa dieta cuasi-milagrosa que está transformando a tu pareja en un Dothraki puede que a ti te provoque estreñimiento, diarrea o un atracón de pasta a la carbonara y galletas al cabo de unas pocas semanas


¿Dónde está el límite? ¿Cuándo levantar la mano?

El límite está en mantener el suficiente sentido crítico para reconocer si ese corsé alimenticio sigue alineado con tus necesidades físicas, emocionales y sociales en estos momentos de tu vida. 

En otras palabras, es el discernimiento el que nos ha de indicar si la dieta “XXXX-ana” me ha sido beneficiosa durante YYY meses (o años) pero ya no puedo seguirla más, o como mínimo, he de modificarla y flexibilizarla un poco”.

Hay determinados síntomas que pueden estar directamente o indirectamente asociados a un cierto estilo de alimentación, y que pueden surgir a medio-largo plazo.


ALGUNOS EJEMPLOS (MUY COMUNES) DE SÍNTOMAS FÍSICOS

  • ¿Me siento con energía o estoy permanentemente cansada?

  • ¿Cómo son mis analíticas? ¿Hay niveles crónicamente fuera de rango?

  • El pelo y las uñas: ¿Han cambiado? ¿De qué modo?

  • ¿Tengo erupciones en la piel que antes no tenía?

  • ¿Cómo está mi sistema inmune? ¿Tengo mayor frecuencia de infecciones recurrentes?

  • ¿Me siento hinchada y con retención de líquidos?

  • ¿Mis ciclos menstruales son más dolorosos? ¿Ha cambiado la frecuencia e intensidad de mi periodo?

  • ¿Cómo es la calidad de mi sueño? ¿Ha empeorado? ¿Duermo menos? ¿Duermo las mismas horas, pero me levanto cansada?

  • ¿Cómo son mis digestiones? ¿Considero normal los gases y las digestiones pesadas después de comer? ¿Estoy estreñida frecuentemente, pero lo “soluciono” con suplementos?

  • ¿Tengo la sensación de que he de controlar mi apetito voraz? ¿Tengo antojos permanentes de (rellena el espacio), que he de combatir a base de fuerza de voluntad o de suplementos?

  • ¿Cuánto me gasto al mes en “alimentos especiales” necesarios para complementar mi dieta?


ALGUNOS EJEMPLOS (MUY COMUNES) DE SÍNTOMAS EMOCIONALES Y SOCIALES

Éstas son más frecuentes de lo que aparentan y generan además mucho sufrimiento, dado que generalmente se viven en silencio:

  • ¿Mi estado de ánimo fluctúa? ¿Me siento tristona o, por el contrario, fácilmente irascible?

  • Siento ansiedad con mayor frecuencia? ¿Tengo esa sensación de nerviosismo permanente que no sé de dónde me viene?

  • ¿Evito cuestionarme por qué necesito tantos suplementos para continuar con ese estilo nutricional tan “ideal”?

  • ¿Me siento limitad@ socialmente, dado que me cuesta muchísimo pedir algo en los lugares a los que normalmente voy con mis amigos?

  • ¿Tengo miedo de ser excluida de mi comunidad/círculo si se enteran de que echo de menos tal o cual alimento prohibido…? ¿Soy más débil que los demás por tener estos deseos?

  • ¿Me siento culpable porque X veces al mes acabo comprando tal o cual alimento y comiéndolo a escondidas de ellos? ¿Soy “moralmente inferior” por sucumbir a estos antojos?


Fundamentalismo Nutricional y Predicadores Nutricionales

Los seres humanos podemos volvernos muy “religiosos” en muchas áreas de nuestra vida, y la nutrición no es una excepción.

El fundamentalismo de cualquier tipo va acompañado de juicio (hacia uno mismo o hacia los demás), superioridad moral, dedo acusador (generalmente hacia un otro), castigo, unas gafas de mirar al mundo muy estrechas, etc.

Además de lo anterior, el fundamentalismo nutricional puede llevar a una persona a:

  • Sentirse aislado y en un permanente estado de estrés (aunque no sepa identificar inicialmente la causa)

  • Una desconexión (brutal) con su propio cuerpo: Probablemente la consecuencia potencialmente más peligrosa en el ámbito de la salud.

 

En este sentido, muchos de los nutri-influencers actúan como auténticos “Predicadores Nutricionales”:

  • No sólo divulgan las bondades absolutas de una determinada dieta, sino que demonizan al que no les sigue…

  • Excomulgan:

    • Te “excluimos” de la tribu si no sigues nuestros mandatos

      (No hay nada más fundamentalista que el sentimiento de culpa y de excomunión)

  • Sus mandatos son actos de fe; es decir, no cuestionables:

    • No me importa cómo le siente a tu cuerpo este estilo de alimentación: Lo que está permitido comer y lo que queda prohibido, no es cuestionable.

  • Pasan el “cepillo” para recoger tus donativos:

    • Apúntate a mi club de suscriptores y te contaré todos los secretos”

    • “Compra mi/s libro/s”

    • “Usa los suplementos que te recomiendo (usando mi código de compra, por supuesto)”

☝️ NOTA IMPORTANTE:

Los nutri-gurús no sólo se encuentran en redes sociales con miles de seguidores.

Tu mejor amig@, tu prim@, tu herman@, tu pareja… tu compañer@ de trabajo, tu dietista-nutricionista, tu coach de salud … Cualquiera puede ponerse el gorro de “predicador nutricional” …

La clave no está en el número de adeptos que tienen, sino en los mensajes que transmiten y en el cómo te hacen sentir si no sigues sus prescripciones.


“Nutricionalmente Aconfesional”

En más de una ocasión me han preguntado, bien en público, bien en sesiones privadas:

“¿Qué tipo de dieta promueves, Teresa?”

Mi respuesta, en breve:

No promuevo ninguna d-i-e-t-a (los que ya me conocen bien saben cómo me crujen las mandíbulas cuando escucho esa palabra). Si me estás preguntando por algún estilo de alimentación concreto, me considero “nutricionalmente agnóstica o aconfesional”.

¿Y qué XX💣😲💢🔥😑XX  quieres decir con eso?

“Que propongo a cada persona lo que considero que puede resultarle más beneficioso en estos momentos de su vida para conseguir los objetivos de salud por los cuales viene a verme”.

  • Si su estilo nutricional de partida les va bien, perfecto. Nada que cambiar

  • Si hay síntomas que pueden relacionarse con su plato, entonces les explico dicha conexión y les propongo las modificaciones mínimas necesarias para ajustar sus hábitos nutricionales a sus objetivos de salud

  • Les digo que se trata de un experimento, no de un acto de fe

  • Les digo que prueben, no que me crean

  • Los informo de las ventajas e inconvenientes de cada aproximación; ellos eligen…

  • … y trabajamos a partir de esa decisión…


Cada uno de nosotros ha de encontrar la fórmula única con la que se encuentre bien, considerando su idiosincrasia particular: Sexo, edad, ciclos hormonales, estado de salud, etapa de vida, lugar en el que vive, circunstancias en la que se encuentre en estos momentos, etc.

Lo que me va bien a mí no necesariamente te tiene porque ir bien a ti… y aunque así fuera, no ha de funcionarte de por vida…

Mi concepto de nutrición se asemeja más al arquetipo de una científica entusiasta que hace experimentos en el sótano de casa, observando los resultados, tomando notas, realizando pequeños ajustes y volviendo a repetir el experimento en un ciclo continuo de ajuste-observación-evaluación de resultados a lo largo de su vida…

La entusiasta científica somos nosotros escuchando las respuestas de nuestro cuerpo (fluctuaciones de energía, calidad de sueño, peso, piel, digestión, estado de ánimo, señales de hambre, antojos…) y realizando los ajustes necesarios en nuestro plato para sentirnos lo mejor posible día a día.

Sin duda creo que nuestra relación con el plato viene mejor reflejada por este arquetipo, en comparación con el predicador nutricional de verdades absolutas que señala desde el púlpito con dedo acusador a todos aquéllos que no siguen (o no pueden seguir) sus rígidos mandatos.


Conclusión

He considerado importante compartir contigo este enfoque para que, en caso de que lo necesites, elijas un especialista en alimentación y salud “nutricionalmente agnóstico” que pueda servirte a ti y a tu cuerpo de la manera más eficiente posible…

Sólo recuerda:

  • Si te funciona, sigue haciendo lo que estás haciendo.

  • Por el contrario, si tu cuerpo y tu mente se encuentran manifestando algún síntoma, considera ponerles oído y evaluar si tu forma actual de nutrirte es la más adecuada para ti en estos momentos, independientemente de los sermones nutricionales que puedas encontrar en redes sociales o en tu entorno más próximo.

 

Es tu INDIVIDUALIDAD lo que cuenta, no la fe nutricional de los que te rodean

…Y confía, que, si te “excomulgan” de tu comunidad actual, quizás estés dejando espacio para que aparezca otra que te nutra más 😉.

Teresa M.

Fotos: depositphotos